Tuesday, April 01, 2008

Druchii

El frío viento azota mi cara con zarcillos helados mientras recorro la fila de esclavos que sale de la ciudad de Karond Kar camino de Har Graef. Un mal presagio recorre mi espina dorsal pues se, demasiado bien, que las conjuras y las traiciones están a la vuelta de la esquina. Quizá el no haber rendido tributo a los señores esclavistas me traiga la perdición. O mis hermanos se han enterado de mis incursiones. Pero me da igual. Lo que importa es la mercancía de carne, oro y telas que, a buen seguro, me traerá riqueza e interminables placeres.

Un zumbido me alerta, un gruñido de Rencor confirma mis sospechas. El extremo de dos saetas salen de la paletilla de mi montura mientras otra rebota con un frío tintineo en mi armardura. Localizo a los atacantes, apostados entre las rocas y doy órdenes para que mis caballeros contraataquen. La batalla es rápida y mortal. La victoria es mía... Pero en un momento todo se torna en catástrofe. Nuestras monturas enloquecen, lanzando al suelo a sus ginetes y con una sed de sangre y matanza infinitas se lanzan a por los esclavos y los soldados desgarrando carne y partiendo huesos bajo sus afilados dientes. Tras recuperarme corro hacia Rencor y, con cuidado, arranco las saetas. Están impregnadas en veneno que hace enloquecer a nuestros gélidos... El ataque no estaba destinado a matarnos si no a matar a nuestras mercancías.

Ahora todo está perdido, aunque he de volver a Har Graef...

DIN-DON-DIIIIING... Próxima estación Ciudad Lineal...

Qué lástima. En fin, Malus Darkblade tendrá que esperar al viaje de regreso a casa.

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