Wednesday, August 09, 2006

LAS AVENTURAS DE BOB BANNER 1.



Me llamo Banner, Bob Banner, del clan Banner. Busco fortuna, fama y aventuras. Soy famoso a lo largo y ancho de Mondo Gargüis y, con esta caligrafía extraña y propia de un niño pequeño, voy a contarte mis aventuras:

LA MAZMORRA DEL IH'KEA.
O cómo contar mi expedición al IKEA.


Llevaba bastante tiempo sin ningún encargo, ninguna aventura, nada de fortuna ni dinero que llevarme a la saca. Estaba aburrido, la verdad. La Gaceta del Aventurero me la sabía de memoria y mi cuerpo me pedía marcha. Fue en ese momento cuando mi menté se inflamó con una idea: necesitaba conseguir un mueble donde colocar los discos mágicos musicales y así los dejaría de tener mezclados con los recipientes de cristal. Pero, ¿dónde podría encontrar un mueble para estos menesteres?. ¿Habría un lugar en la faz del Mondo al que poder acudir?.

Me acerqué al tendero del barrio. Un señor de ojos rasgados y que habla un raro idioma y que no sabes si te está llamando hideputa o dando los buenos días. Todos en el barrio le conocemos con el nombre de chinorris, aunque seguro que tiene otro nombre igual de raro... Intenté hacerme enteder con el tendero para saber si tenía un mueble acorde a mis necesidades pero quedó patente dos cosas: no nos entedíamos muy bien y no tenía el mueble. Desesperación, maldición y salida del local. Estaba estrujándome la almendra para saber dónde podría ir a por el mueble cuando el destino y la providencia vinieron a mi. A mis pies apareció un pergamino donde se detallaba los tesoros que contenía una mazmorra de nivel Cagatelorito donde aparecía el mueble que mis entretelas. Decidido, iría a buscar a mi brioso corcel y me encaminaría a la mazmorra a encontrar a toda costa mi objetivo.


Tras recorrer varias millas entre los parajes de la región conseguí llegar a mi destino, no sin antes correr el riesgo de que otro aventurero me embistiera con su corcel y que otro, que sospecho iba ebrio por lo lanzado de su actitud, pereciera bajo los cascos de mi montura. En las inmediaciones pude observar que la mazmorra era de libre acceso, puesto que entraban seres de todas las razas: enanos, trasgos, trolls, brujas... Decidí dejar mi martillo pilón en el corcel, debidamente aparcado a la sombra y quedarme, tan sólo, con mi daga +2 por si las moscas. Nada más rebasar el umbral del recinto mis sentidos se pusieron alerta. Mi pericia para encontrar atajos se activó y avisté, por el rabillo del ojo, una escalera de bajada que estaba a la izquierda de un letrero mágico donde se podía leer "EXPOSICIÓN". Bien, por ahí tendría que escapar una vez encontrado el mueble. Ante mi se abría un pasillo lleno de trastos mágicos como sillones mágicos de relajación, tarimas mágicas de suelo, sillones mágicos para siesta... Yo caminaba entre todas estas maravillas y me sentía tentado a quedarme mirando, pero mi voluntad era ferrea y mi objetivo claro. Esquivé a todas las parejas de orcos que iban acompañados de trasgos pequeñitos que no dejaban de gritar y toquetear todo, trolls armados con cintas métricas y gigantes con camisetas amarillas que intentaban atrapar a los pobres incautos que pasaban por ahí.

Por fin llegué a la zona deseada. Vigilé el objetivo y comprobé que no había guardas en la zona. Los orcos y sus trasgos estaban mirando hacia otro lado. Eso si, tendría que sortear a un buhoso con faldas que se interponía en mi camino. Utilicé mi habilidad de finta con un "mira, un burro volando!!" seguido de una esquiva y milagrosamente me planté frente al mueble en cuestión. Rápidamente, rezando para que el troll de la zona no me detectara, tomé los datos del objeto y salí por piernas hacia la escalera de bajada al siguiente nivel. El problema es que no me di cuenta de que, por las horas que eran (18:30) habían abierto las puertas de chiqueros y la manada orcoide y trasgoide venía en contra mía. Más habilidades de esquivar, varios críticos, una casi pifia que se tradujo en un codazo accidental a una orca y por fin gané la escalera. Ahora venía lo más difícil: orientarme en el laberinto de estanterías, artículos, complementos y chuminadas y recoger el paquete con la mercancía. Sin mayor problema, mi habilidad me llevó directamente hacia mi objetivo. Encontré el paquete y me lo cargué al hombro. Ahora sólo hacía falta encontrar la caja, la salida y la libertad.

Al llegar a las inmediaciones de las cajas analicé cuál podría ser la más indicada por su posible rapidez a la hora de despachar a los clientes orcoides. En este momento saqué una pifia como un castillo puesto que me puse en la cola de la mediana que más lenta iba con el agravante de que iba detrás de una orca que llevaba el carrito hasta los topes, un carrito de trasgo y dos trasgos que no dejaban de dar la vara. Aquí me di cuenta de que no había marcha atrás e hice acopio de paciencia. Pasaron los minutos, la mediana registró el artículo, le di las monedas de oro y salí por patas del recinto. ¡Libertad!. A cargar el paquete en mi brioso corcel y para casa...

El mueble me ha resultado excaso, puesto que los discos mágicos musicales exceden la capacidad del mueble... Tendré que volver a la mazmorra. Pero antes pasaré por la armería para ataviarme como es debido para esta aventura...

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Por lo menos, espero que hayas cogido lápices suficientes para la partida... yo estuve el otro día en la mazmorra y cogí un par de decenas ^_^

12:50 AM  

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