Thursday, September 21, 2006

THE QUIET MAN


Tranquilamente salí de trabajar. Bajé la calle con paso tranquilo, pues no tenía prisa por llegar. Tranquilamente me monté en el coche, coloqué el frontal de la radio, sintonicé mi emisora favorita: Rockservatorio FM 105.7, 24 horas de rock!; y, tranquilamente, me incorporé, desde mi capilar a la arteria de tráfico, a las prisas, a la desesperación que provoca que el que está delante tuyo tarde una décima de segundo más de lo debido en arrancar tras ponerse el semáforo en verde. Tranquilamente me encaminé al centro comercial y, con paso sosegado, sin prisas recorrí los pasillos como Teseo en el laberinto del Minotauro. No había prisa, no voy con hora a ningún sitio.

Los clientes pasan por mi lado atareados, gritando al niño desobediente que intenta hacer lo que le da la real gana, el ejecutivo que no puede olvidarse del trabajo fuera del trabajo, de la pareja discutiendo sobre la conveniencia de comprar tal o cual detergente... Yo no tengo ese problema. Me desplazo tranquilamente, como la niebla, a través de los pasillos. Mirando sosegadamente los pasillos y detectando aquello que realmente me falta. Tranquilamente salgo del centro comercial en mi coche y me incorporo a la caravana que se forma. No tengo prisa, no necesito pitar al de delante para que se mueva.

Al llegar a casa he tenido una imagen de mi mismo, metido en una película de video que está pasando con el FW apretado, donde la gente pasa por mi lado a 1000 km/h.

No hay prisa, no hay prisa, no hay nada de prisa...

3 Comments:

Blogger E-DWARF said...

Es una sensación muy bonita que sólo llega cuando realmente no tienes que llegar a ningún sitio.

A mi me encanta. Por desgracia desde que empecé la carrera siempre tengo que hacer algo o llegar a algún sitio dentro de un margen de tiempo determinado.

Por suerte, a mi en el coche siempre me pasa como a tí hoy. Que nunca alcanzo un nivel de frustración tal que llegue al cabreo.

Para mí montarme en el coche es entrar en un lugar donde no hay espacio para la duda, ni para los nervios y mucho menos que se note en el volante. Por eso me gusta conducir: Porque me vuelvo inmune a las pirulas de taxistas, autobuseros, ejecutivos agresivos, tractores y demas fauna de la carretera.

3:30 PM  
Blogger E-DWARF said...

Es una sensación muy bonita que sólo llega cuando realmente no tienes que llegar a ningún sitio.

A mi me encanta. Por desgracia desde que empecé la carrera siempre tengo que hacer algo o llegar a algún sitio dentro de un margen de tiempo determinado.

Por suerte, a mi en el coche siempre me pasa como a tí hoy. Que nunca alcanzo un nivel de frustración tal que llegue al cabreo.

Para mí montarme en el coche es entrar en un lugar donde no hay espacio para la duda, ni para los nervios y mucho menos que se note en el volante. Por eso me gusta conducir: Porque me vuelvo inmune a las pirulas de taxistas, autobuseros, ejecutivos agresivos, tractores y demas fauna de la carretera.

3:31 PM  
Anonymous Anonymous said...

Te repites, E-nano.

Te repites, E-nano.

Realmente, el tráfico se congestiona porque quieren los conductores. Si no fueran con prisas, cambiando de carril para aprovechar ese metro de mierda, aunque por ello las decenas de personas que hay detrás se queden atascadas y se liberen varios metros en otro carril que nadie habrá de utilizar, si no fueran con prisas sino con calma, no habrían agobios, ni ira.

12:25 AM  

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